8 de julio de 2011

#89

Cerré el candando de la sala, y la Ivonne me dijo al oído: "se cierra un ciclo".
Exacto, ni yo lo habría pronunciado mejor.
Es solo el primer semestre, pero es mi último primer semestre, mis últimas vacaciones de invierno de colegio. Todo lo último.
Fue un día extraño, pero lleno de simbolismos, lleno de metáforas que te entrega la vida. A la mierda, quizá soy yo el que le busca la quinta pata al gato, pero estas cosas, para un mariconsito sentimental como yo, son re cuáticas.
En primer lugar, el hecho de que el profe Ariel se sentara con nosotros, incómodo a cagar, pero triste, bajoneado, fue extraño, incómodo, valga la redundancia.
Que la tía Nany nos haya dicho algo lindo, tierno, y lleno de sentimientos fue muy no-ella, porque ella no demuestra ese tipo de cosas, pero cuando dijo: "ustedes me dan una sorpresa cada vez que entro a la sala", se me llenaron los ojos de lágrimas, aún así, no lloré. Ahora me arrepiento de no aprovechar el momento.
Después, terminando la jornada, yo miro hacia la sala, para cerrarla, justo antes de la frase de la Ivonne, y por inercia digo: "no queda nada".
Y es que en verdad, no queda nada. Cuatro meses, que se pasarán más que rápido, por tanta tarea y cosa por el estilo, no es nada. Y estoy segurísimo que no me daré ni cuenta cuando esté de frente al escenario decorado recibiendo mi cartón de Cuarto Medio.
El tiempo vuela, pero no creí que cosas así llegaran tan rápido.

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