24 de julio de 2011

Casi #90

Ok, un suspiro, miro el techo, me muerdo el labio, me da hambre, fatiga, me rasco la oreja, y tomo el teclado, empiezo a escribir.
Escribo que tengo nervios. Nervios imbéciles, porque no es un año nuevo, ni un curso nuevo. Nervios justificados, porque no hay nada nuevo, pero si todo último.
Y ahora si que si, se viene, eso po, eso de lo que vengo hablando desde que entré el tres de marzo, eso que me tiene con el corazón apretado y unas ganas increíbles de llorar, eso que hace llorar a todos: el final.
Los últimos cuatro meses de colegio, que se atreven a denominarse "semestre" los patudos de mierda. Seis meses con cara de tres, que se sentirán como dos, que no durarán más de uno en mi mente, en mi cuerpo, en mi corazón. Cuatro semanas menos los fines de semanas y las horas de estudio que nos quedan a mi curso y a mi. Días. Días.
Y el reloj ya empezó a decir tic y tac.

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